Viaje al Báltico
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- Creado en Lunes, 06 Abril 2009 00:00
- Escrito por D. Pedro Parra Juez
Dada mi afición a las comunicaciones, emprendí un viaje en crucero al mar Báltico para intentar conocer cuatroimportantes rutas seguidas por el hombre durante muchos siglos. Estas rutas son las siguientes: 1) la renombrada ruta del ámbar, cuya antigüedad se pierde en la noche de los tiempos; 2) la de los vikingos; 3) la de la Hansa; y 4) la de los piratas hanseáticos, estas tres últimas más cercanas a nuestros tiempos. Aparte de disfrutar de los placeres de un viaje en crucero, me gusta viajar con un aliciente histórico en el firmamento.
Copenhague
La primera escala fue en la bella capital de Dinamarca, cuna de uno de los pueblos vikingos. Allí entré en contacto con viejas murallas históricas, la famosa y ponderada “Sirenita” y el impresionante barco crucero que nos iba a sumergir en las heladas aguas del Báltico, pobladas en mis sueños de embarcaciones comerciales de la Hansa, de piratas depredadores de sus ricas mercancías y de los temibles vikingos.
Al salir al anochecer a mar abierto, pude contemplar los prodigios del hombre de nuestro tiempo, capaz de unir Dinamarca y Suecia con un largo puente por encima del mar que cruzan por debajo multitud de barcos hacia los estrechos del Mar del Norte, en el Atlántico, el Kattegat y Skagerrak. Estrechos que al parecer no llegaron nunca a rebasar los romanos. El preciado ámbar de resina del Báltico llegaba al Imperio para adorno de las matronas romanas sólo a través de rutas continentales. Aunque autores hay que aseguran que para salvar aquellos estrechos los antiguos unían “los dos mares con una especie de canal Báltico-Norte sobre rodillos” por los que arrastraban sus embarcaciones; como en la actualidad el canal de Kiel, al norte de Alemania. Al pasar tan cerca de él, no pudimos menos que recordar sus casi 100 kilómetros de mar a mar.
Visby
Al amanecer, llegamos a la pequeña ciudad de Visby, capital de la isla de Gotland, en medio del Báltico. Por la noche pude ver en la tele del camarote la derrota que seguía el barco por las oscuras aguas del mar hasta llegar allí… aparte de los múltiples entretenimientos de todo tipo que proporciona el crucero, en compañía de nuevas y agradables amistades de diversas partes de España.
Al desembarcar me enteré que en tiempos Visby fue la capital de la Hansa, aquel emporio comercial que crearon todas las ciudades de las orillas del Báltico unidas en un objetivo común de progreso, sobre todo al final de la edad Media; y que llegaban con sus características embarcaciones de vela también a las ciudades del Atlántico. Para mí, el signo del pasado esplendor de esta villa lo representaban mejor los poderosos muros de las ruinas de varias antiguas iglesias católicas que adornan la ciudad que la larga muralla defensiva medieval erigida contra los hombres del mar: países codiciosos varios y piratas hanseáticos, como los famosos Godekins y Stertebecker, “asesinos a la vez que ladrones” , que incendiaron Bergen (Noruega), en 1392.
Por la tarde, tuve ocasión de entrar en contacto con los pueblos vikingos. Tal sería su importancia en la zona que Visby cuenta con un gran museo de aquellos aguerridos navegantes de los siglos que rodean el año mil. En sus salas podemos apreciar las aventuras de este pueblo por toda Europa -hasta el Mediterráneo y Groenlandia, y sus incursiones por los ríos rusos, hasta el mar Negro y el Caspio, así como sus tesoros, monedas, navíos y sus grandes hechos, esculpidos en las llamadas piedras rúnicas, en el peculiar alfabeto del mismo nombre. Observados en su hábitat natural parece que te empapas mejor de su vida y sus costumbres, aunque el tiempo de estancia sea escaso. Además tienes continuamente a la vista los barcos de la línea “Viking”, omnipresentes en la zona, para recordarte aquellos guerreros.
Estocolmo
Por la mañanita temprano subí a cubierta para admirar el dédalo de islas que tienes que sortear antes de llegar a la capital de Suecia, Estocolmo. El espectáculo es inigualable: hay miles, cubiertas de verdor. Pensaba que en cualquier momento podía aparecer una nave vikinga o de piratas hanseáticos en busca de la presa, como en siglos pasados.
En Estocolmo, un paseo en barco nos permitió comprobar el funcionamiento de las antiguas esclusas para salvar el desnivel existente entre el mar y el lago de la ciudad y, al finalizar, la operación inversa. Ello nos recordó el gran canal navegable sueco Göta que permite la navegación entre el Báltico y el Mar del Norte, como el mencionado de Kiel en Alemania, y que nos hubiera encantado conocer.
Al zarpar para Tallín, a la caída de la tarde, tuvimos la ocasión de contemplar de nuevo las infinitas islas de la mañana que te escoltan hasta mar abierto. Al día siguiente nos íbamos a encontrar con una sorpresa: el codiciado ámbar.
Tallin
Y llegamos a Tallin, Lituania. Previo un paseo en autobús por las afueras de la ciudad, alcanzamos el centro histórico. Allí, en un barrio comercial, una emoción inesperada: la eclosión del ámbar. Un sinnúmero de joyerías exhiben preciosas joyas de todo tipo de tan ansiada sustancia, producto de las resinas fósiles sumergidas en el Báltico. Por fin comprendía la transitada ruta del ámbar de la Antigüedad, desde aquel mar al Mediterráneo, siguiendo los cursos de las ríos Rhin, Danubio, Saale, Main, Elba, Oder y Vístula, y cruzando los pasos de los Alpes por el coll del Brenner y otros; se arrostraban toda clase de dificultades: frío, nieve, lluvia, caminos infernales, con la preciada mercancía. Mercancía que ya en la Edad de Bronce se utilizaba como medio de “trueque” . Aun íbamos a encontrar otra sorpresa en San Petersburgo relacionada con el tema.
San Petersburgo
Por fin entramos en la misteriosa Rusia. No tengo palabras para describir la maravillosa ciudad de San Petersburgo y lo que puede dar de sí. Todos tenemos la obligación de convertir a San Petersburgo en una ciudad de la Humanidad. Es un canto al ingenio del hombre y a su Creador, en sus monumentos, canales y catedrales y en sus gentes.
Visitando el Palacio de verano del Zar, nos enteramos del expolio del Salón de Ámbar que albergaba el majestuoso edificio, durante la segunda GM., y cuyas piezas todavía no han sido localizadas. Ello nos confirma en la idea de que nos hemos movido en este viaje por el paraíso del ámbar.
Helsinki
La última escala del viaje fue Helsinki, capital de Finlandia. En su alegre puerto tuvimos ocasión de rememorar las vivencias más agradables del inolvidable crucero. Al sobrevolar el Báltico al regreso no deje de pensar en las naves vikingas, las de la Hansa, siglos después, con sus piratas hanseáticos incluidos, y el atractivo fulgor del ámbar. Viaje redondo.
[1] HERMANN, Paul, Historia de los descubrimientos Geográficos (De la Prehistoria al siglo XV). Labor, Barcelona, 1968, p-42.
[2] GOSSE, Philip. Los corsarios berberiscos. Los piratas del Norte.Espasa Calpe (Austral), Madrid, 1973, p-104.
[3] HERMANN, Kinder y WERNER, Hilgemann. Atlas Histórico Mundial, Volumen 1, De los orígenes a la Revolución Francesa. Istmo, Madrid, 1980, p-19. Un buen atlas para llevarlo en los viajes, para consulta.